Sunday, July 5, 2009

Muerte

Silencio inminente. Aniquilamiento final de la razón. Principio de nirvana. La no-existencia que nos absorbe por completo y nos succiona. Llega la hora donde el tiempo no será siquiera un recuerdo. El absoluto en toda su magnitud ha callado las bocas, cerrado las persianas del alma para que la oscuridad sea eterna y gloriosa, el deseo de paz concluido, eliminando todos los estímulos en un escape heroico hacia el aislamiento.
Pulsión de muerte. Desabastecimiento emocional sin retorno. Satisfechos o hartos ya de tanta incertidumbre diaria, de tantas manifestaciones y deseos colmados, absurdos, hemos bajado los brazos para dejar que la quietud nos inunde y nos haga parte fundamental de la nada, del cosmos opaco y despoblado donde las estrellas se han apagado para siempre. Hay una profunda necesidad inconsciente de llegar a la pausa definitiva, a la caricia infinita. Todo ha sido construido para nosotros, simplemente nos bastara el descanso.

Es acaso el momento de admitir que la vida puede ser un proceso bastante doloroso y agotador? Que por cada belleza atravesada, cada momento sublime que hemos transitado, cada beso inolvidable… debemos soportar varios golpes contra los muros de la realidad? Incalculables maniobras de olvido, mecanismos de defensa permanentes para sobrevivir a la hostilidad, decenas de cartas de despedida… habrá entonces una posibilidad de liberación para cuando nuestra mirada se haya apagado, haya terminado sutilmente su camino?
Abramos entonces la posibilidad de oponernos a ello por imposible que sea. Por lo menos seamos capaces de romper con cualquier tesis para llegar a nuestro fin lo más atentos y enteros posibles, pero no hablemos de felicidad… algo tan etéreo, tan inexplicable.

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